Segundo post de la mini serie de Diana Prieto como guest blogger, con mindfulness en la empresa (2): Puentes para establecer relaciones.

Ver post anterior (clic aquí).

Practicar mindfulness es entrenar la mente, es prestar atención al momento presente desarrollando unas actitudes concretas.

Cuando nos damos cuenta de que la mente se distrae, cosa que suele ser a menudo, la volvemos a traer voluntariamente y con amabilidad a lo que queremos observar.

Este proceso de atender, distracción y volver a atender, algo que en principio resulta sencillo, tiene un gran impacto en nuestros procesos cognitivos y en nuestro cerebro.

Las técnicas de neuroimagen nos permiten ver lo que ocurre en el cerebro, tanto a nivel funcional (lo que sucede cuando llevamos a cabo una tarea y cuando no), como a nivel estructural (cambios en la sustancia gris y blanca).

En este ámbito no hay un consenso definitivo de todo lo que sucede en el cerebro, pero muchos de los estudios coinciden en tres estructuras principales relacionadas con la práctica de mindfulness:

1. La corteza cingulada anterior, relacionada con la atención,

2. La ínsula, relacionada con la consciencia del cuerpo y

3. La corteza prefrontal, vinculada a la regulación de las emociones y responsable de la integración de procesos como el pensamiento, la conducta y la afectividad.

Existen diferentes componentes que interactúan entre sí para dar lugar a un amplio rango de beneficios fruto de la práctica del mindfulness:

a) La mejora del control atencional

b) Una mayor capacidad de regulación emocional

c) Una transformación de la autoconsciencia, que incluiría un menor procesamiento auto-referencial, una mayor conciencia del cuerpo y una mayor ecuanimidad (Tang, Hölzel y Posner, 2015).

Los estudios parecen concluir toda una serie de beneficios derivados de esta práctica.

En el estudio de Brita (2011), los resultados sugieren que la práctica de 8 semanas en MBSR implica cambios en la concentración de materia gris de regiones cerebrales relacionadas con:

  • procesos de aprendizaje
  • memoria y regulación de la emoción
  • experiencia de la conciencia de uno mismo
  • cognición social y compasión
  • evaluación de la importancia de los estímulos
  • integración a nuestro contexto emocional y autobiográfico.

También hay estudios que sugieren que mindfulness facilita la generación de procesos creativos y el pensamiento divergente.

Esto en la empresa, ¿cómo ayuda a mejorar los procesos, la toma de decisiones, la gestión de la incertidumbre, los procesos creativos?

Lo veremos en el tercer y último post de esta mini serie que os invito a leer.